Las jáncanas

LAS JÁNCANAS

“Se trata de maléficas criaturas femeninas de aspecto horrible que viven en las cuevas de los montes hurdanos. Poseen curiosos paralelismos con las juáncanas u ojáncanas cántabras y otras criaturas parecidas de la península. Se suelen describir como poseedoras de un solo ojo (según algunos informantes además con dos pequeños en la nuca), cuerpo deforme, rostro arrugado, pelo alborotado (a veces con serpientes en lugar de pelos) y vestidas de forma desaliñada.

 

Pese a su aspecto repulsivo pueden metamorfosearse, por ejemplo en mujeres atractivas. También en serpientes enormes, caso en el cual sólo podrán volver a recuperar su primitiva forma tras enroscarse siete veces alrededor de un pastor que merodee en sus dominios y buscar su lengua para fundirse en un apestoso beso. La Jáncana entonces trata de seguir acosando al pastor incluso tras recuperar su repugnante forma primogenia.

 

Las jáncanas aparecen a veces como acosadoras que fuerzan a pastores para después cortarles la lengua con unas tijeras de oro. A veces sustituyen a las moras o encantadas como dueñas de las siniestras tiendas de baratijas. Es así por ejemplo en el romance de la Jáncana, recogido en Aceitunilla. También aparecen en una serie de cuentos hurdanos, en donde la antagonista es la “Jáncana Rabúa”. Según algunos informantes existen también jáncanas buenas que se dedican a ayudar a los que se pierden por el monte”.

 

«Las Jáncanas suelen salir cada cien años. En el sitio de Los Juntanos, que pertenece al término de Ladrillar, se apareció una vez a un hombre una Jáncana encantada, con forma de culebra. La Jáncana tenía puesta una tienda, y le pidió al hombre que la desencantara. Para ello, el hombre debería permitir que la culebra se enroscase hasta por tres veces alrededor de su cuerpo. Cuando estuviera bien enroscada, el hombre le escupiría tres veces. En ese mismo instante, la Jáncana le haría la pregunta del ritual. Dicho y hecho. Pero he aquí que cuando la Jáncana le preguntó: «¿Qué es lo que quieres de mis cosas?», el hombre respondió: «Las tijeras» Entonces, la Jáncana se enfureció y se lanzó detrás del hombre, con las tijeras en la mano, al objeto de matarle. Iba gritando por los montes: «¡Desgraciado, que otros cien años a vivir bajo tierra me has condenado! ¿Por qué no dijiste todas las alhajas de la cueva y a mí la primera…?» y el hombre escapó, librándose de una muerte segura.».

 

Fuente: Barroso Gutiérrez, F. (1985). Los moros y sus leyendas en las Serranías de Las Hurdes. Revista de Folklore, tomo 05a, nº 50, pp. 44-48.  Recuperado de http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?id=439