La Muerte de “El Bicho”

LA MUERTE DE «EL BICHO»

Eliseo Marín, vecino de Nuñomoral, me hacía una demostración de su preclara memoria y me narraba, de un tirón, junto a la carretera recién asfaltada que subía a un soleado Nuñomoral, la historia que a él le contaron sus padres, y a sus padres sus abuelos.

Existen en esta zona -afirmaba Eliseo- las llamadas cuevas del Risco y de la Peña Merina, donde hay un tesoro enterrado con el que mucha gente del pueblo ha soñado hasta tres veces seguidas. En la segunda, muchos contaban que se oía como un tintinar muy raro. Era una poza muy profunda y nadie se atrevió a meterse mucho en ella, pero un día se vio al que dicen “el bicho” huyendo por el fondo de su oscuridad. Era una serpiente de mucho tamaño, más del doble de una bastarda, que picaba a hombres y ganado por igual. Si la pillabas dormida podías pasar, pero si justo se despertaba, ¡ya te podías dar por difunto!.

Ya en tiempos más recientes se vio cómo unos silbidos volvían a aparecerse en ese lugar. ¡Resulta que un descendiente de aquel mal bicho estaba otra vez allí!. Mató a varias cabras con la picadura, y a punto estuvo de llevarse también a alguno de nosotros por delante.  Cogieron unos matojos y les prendieron fuego justo a la entrada de aquella mala cueva. Al final sonaron los silbidos otra vez, y el bicho no pudo salir, a pesar de la fuerza que hacía el condenado. Acabó muriéndose asfixiado. Nunca se vio bastardo o bicha igual en la vida por esos pagos.

 

Fuente: Jiménez Elízari, I. (2006). El paraíso maldito. Madrid: Editorial EDAF, S.A. (p. 135).