La Grana del Helecho Macho

LA GRANA DEL HELECHO MACHO

En la noche de San Juan, a las doce en punto, el helecho macho deja caer su grana, y dichoso el mortal que logra recogerla en esa hora, pues la fortuna se hace  su  aliada  y  los  tesoros  brotan  en  sus  manos.  Esto  es  lo  que  dicen  los guadalupenses.

En la Glorieta, en uno de los más encantadores valles de las Villuercas, crece abundantemente el helecho macho. Y allá me fui en una espléndida noche de San Juan. De las burbujas que sobre el remanso formaban la caída del agua surgían gases transparentes que tomaban en el espacio formas de sutiles y bellísimas ondinas. Y vi a estas ondinas descender con reflejos y posarse junto a los helechos. Del rayo de luna rasgaron trozos de tisú de plata y los colocaron bajo las hojas que, agrupados, se veía la grana misteriosa.

Y las vi entrelazar sus manos y, en corro, comenzar al compás de una melodía dulcísima, una danza oriental, mientras un soplo extraño agitaba los helechos, haciendo caer su grana sobre los paños de tisú.

Y las vi recoger, de dos en dos, los paños y, caminando siempre sobre el rayo de luna, llegar a la fuente de la glorieta y verter en ella la grana del helecho. Después con unas cribas de oro iban sacando del fondo una asombrosa cantidad de perlas y piedras preciosas, que al caer sobre los paños formaban una cascada con reflejos de topacios, esmeraldas, granates y brillantes.

Cuando extrajeron, del fondo de la fuente, la última cribada como antes de dos en dos, fueron recogiendo los paños de tisú con el preciado tesoro que en ellos habían vertido y, ligeras, desaparecieron en el remanso del arrollo de donde las vi surgir. Al pasar junto a mí la última pareja, salí de mi escondite y ellas, sorprendidas, dejaron suelto un pico del paño, deslizándose por él una porción de la preciosa carga.

Y desaparecieron como gases que rápidos se esfuman en el espacio y vi junto a mis pies una hermosísima colección de perlas, algunos brillantes y buena cantidad de pepitas de oro. ¡Qué lástima! Al papel donde leí lo que dejo escrito el moho de los siglos había borrado las últimas líneas. Sólo allá, en lo último se distinguían estas palabras:»…rostrillo de la Virgen».

Dirán aquellas palabras que de aquellas perlas, pepitas y diamantes se hizo el rostro más rico de la Virgen.

 

Fuente: Mapa de Cuentos y Leyendas de Extremadura y el Alentejo. (s. f.). La grana del  helecho macho.  Recuperado  de http://alcazaba.unex.es/~emarnun/docs/caceres/lasvilluer/helecho.htm