La Fuente de Velasco o el Pozo de la Velasca

LA FUENTE DE VELASCO O EL POZO DE LA VELASCA

En 1902 ya nos habla Publio Hurtado de la Reina Mora que habita en la Fuente de Velasco, junto a Cabeza del Buey, dedicada a bordar unas babuchas al Zancarrón, con tal sutil labor que tal vez tendrá tarea para lo que dure el mundo.

De nuevo la leyenda coletea y se retuerce como una serpiente, y afirman otros que la moracantana no era Reina, si no bella muchacha mora a la que un rey cristiano hizo prisionera. Ella, no obstante, jamás se avenía a obedecerle.

Una noche de invierno, aprovechando la oscuridad y la ausencia de su dueño, se decide a escapar  del  castillo.  Aterida de frío, vaga toda la noche. Y cuenta Francisco López Arza- Moreno que, al amanecer, unos labradores de La Serena vieron que sus mulas se espantaban cuando se acercaban a un pozo sin brocal. Acudieron, atraídos por la curiosidad, y descubrieron unos hermosos vestidos de mujer flotando en sus aguas.

Desde aquel día se repite la historia que asegura que se oye en las noches de San Juan un canto irresistible de mujer, que atrae la atención de los viandantes y los llama desde las ondas del pozo de la Velasca, que cambia así de nombre. Y se afirma que nadie ha sobrevivido para contarlo, porque atrapados y trastornados por la belleza de su figura, se ven impulsados a lanzarse a la quietud de sus aguas.

Y aún hay quien afirma que ni reina ni morita de a pie. Que las encantadas de la Fuente de La Velasca son tres princesas moras hijas de un rey moro y de una princesa  cristiana, condenadas por la eternidad a bordar babuchas en las inmediaciones del pozo. A Jose Maria Merino le contaron que las encantó con un mago contratado por su abuelo, el rey cristiano, al no poder rescatarlas y que un estudiante encontró en Toledo un manuscrito que explicaba cómo desencantarlas en la noche de San Juan.

Si usted tiene dos amigos solteros y quieren emparentar con la realeza a toda cista, solo tiene que acercarse con ellos en la noche de San Juan y que cada uno pronuncie una de las frases mágicas:

Zaida, tu madre me manda. Zoraida, tu madre me envía. Zobeida, salid las tres.

Si no les funciona, prueban a cambiar los nombres porque a Garrido Palacios le contaron que las princesas eran de madre cristiana, que las encantó el rey (que además de moro era mago) por enamorarse de cristianos, y que sus nombres eran Ana, María e Inés.

Pero prepárense para pasar miedo porque, aunque el origen de las leyendas se entremezclen y entrecrucen, lo cierto es que hasta hace bien poco nadie quería pasar por el camino de la Fuente de la Velasca, porque lo creían maldito.

Y cuentan en los contornos que a unos ladrones que fueron a robar la almáciga a una casa de campo que hay por allí les salieron al paso las moras y murieron por no poder aguantar el susto. Nadie quería pasar por ese camino porque lo creían maldito. Tenían miedo.

Y aún recuerdan los más ancianos a un bromista que burlándose de las apariciones de la mora encantada se escondía en el cementerio y asustaba a las mozas que iban a coger agua gritando: “!Soy el fantasma de la mora!, ¡Soy el fantasma de la mora!”… y las mozas corrían y tiraban los cántaros en el camino creyendo que era de verdad.

Hasta que un día el bromista no volvió a aparecer en el cementerio. Ni en la fuente. Ni en el pueblo. Y dicen que se lo llevaron las moras “a lo profundo” y que se quedará allí para ciento y un años.

 

Fuente: Espino, I. J. (2012). Las malas muertes de las reinas moras. Recuperado de http://blogs.hoy.es/extremadurasecreta/2012/06/12/las-malas-muertes- de-las-reinas-moras/