La Preciosa Lámina

 

LA PRECIOSA LÁMINA

A «Morucho» le nació una yegua que según él, era una «Catedral»; alta y pomposa si hubiera tenido piensos y con esa cola y ese vientre que parecen ser las características de las yeguas de todos los guardas. La mulilla según «Morucho», era una estampa galana, «Preciosa lámina» la llamaba él. Era de color alazán, patas finas, pelo recortado y grupa redonda. A los tres meses contaba «Morucho» que le daban por aquella alhaja doce mil reales.

«Morucho» me la enseñaba, pero al acercarme a ella en la vega del río, él, suavemente se interponía entre la alhaja y yo, pronunciaba palabras ininteligibles y careaba a la bestia «pa» que se alejara.

– Es «pa» que «usté» la vea sus andares… !eh¡, ¿Ha visto «usté» andar de mula más «contoneao»?. Yo le digo a «usté» que ni el caballito de Santiago.

 

Fuente: Domínguez Cabeza, Francisca. La preciosa lámina. La Glorieta, nº6, Diciembre 96.