La aparición de la Virgen de Guadalupe

LA APARICIÓN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE 

En el tiempo que el rey don Alfonso XI reinaba en España apareció nuestra Señora, la Virgen María, a un pastor de las montañas de Guadalupe de esta manera:

Andando unos pastores guardando sus vacas cerca de un lugar que llaman Alía, en una dehesa, conocida como la dehesa de Guadalupe, uno de esos pastores, llamado Gil Cordero, natural de Cáceres, donde aún tenía su mujer e hijos, advirtió que le faltaba una vaca de las suyas.

Marchó en su búsqueda por bosques y robledales hasta topar con un río de pocas aguas, bastante escondido. Recorrió el lado derecho de su ribera, desviándose luego, siguiendo probablemente los restos de una calzada romana. Después de tres jornadas encontró la vaca muerta, pero intacta cerca de una fuente pequeña.

Y al ver su vaca muerta, se acercó a ella; y moviéndola con diligencia, y no hallándola mordida de lobos ni herida de otra cosa, quedó muy maravillado. Sacó luego su cuchillo de la vaina para desollarla y poder aprovechar su piel, abriéndola por el pecho a manera de cruz, según es costumbre desollar, luego se levantó la vaca. Y él, muy espantado, se apartó del lugar; y la vaca estuvo quieta. Y luego, en esa hora, apareció ahí visible nuestra Señora la Virgen María a este dichoso pastor, le dijo así: «No temas que yo soy la Madre de Dios, salvador del linaje humano; toma tu vaca y llévala al hato con las otras, vete luego para tu tierra, y dirás a los clérigos lo que has visto, diciéndoles de mi parte que te envío yo allá, y que vengan a este lugar donde ahora estás, que caven donde estaba tu vaca muerta debajo de estas piedras; y hallarán una imagen mía. Cuando la saquen, diles que no la muden ni la lleven de este lugar donde ahora está; más que hagan una casilla en la que la pongan, y con el tiempo vendrá que este lugar se haga una iglesia, y casa muy notable».

Y después que la Santa Virgen le dijo estas cosas y otras, luego desapareció. Y el pastor tomó su vaca, y se fue con ella y la puso con las otras. Y contó a sus compañeros todas las cosas que le habían sucedido. Y como ellos hicieron burla de él, les dijo: «Amigos, no tengáis en poco estas cosas. Y si no queréis creerme, creed aquella señal que la vaca trae en los pechos, a manera de cruz», y luego le creyeron.

El citado pastor, despidiéndose luego de ellos, se fue para su tierra. Por donde iba contaba a todos cuantos hallaba este milagro que le había ocurrido. Y al llegar a su casa encontró a su mujer llorando, le dijo: «¿Por qué lloras?». Ella le respondió, diciendo: «Nuestro hijo está muerto», le dijo él: «No tengas miedo ni llores: pues yo le prometo a Santa María de Guadalupe ser servidor de su casa, y ella lo dará vivo y sano».

En esa hora, se levantó el mozo vivo y sano, y dijo a su padre: «Señor padre, preparaos y vamos para Santa María de Guadalupe». Por lo cual, cuantos allí estaban presentes y vieron este milagro, quedaron muy maravillados,  y creyeron después todas las cosas que este pastor decía de la aparición de la Virgen María. Dijo el pastor: «Señores amigos, sabed que para el mensaje que yo traigo a vosotros bien era menester de hacerse este milagro aquí, por nuestros pecados, muchas veces dudamos de que aquello que corporalmente no percibimos».

Después, este pastor llegó a los clérigos y les dijo así: «Señores, sabed que me apareció nuestra Señora la Virgen María en las montañas cerca del río Guadalupe, y me mandó que os dijera que fueseis allí donde me apareció, y encontraríais una imagen suya; y la sacaseis de allí; y le hicieseis allí una casa. Y me mandó que dijese más: que los que tuviesen a cargo su casa, diesen de comer una vez al día a todos los pobres que a ella viniesen. Y me dijo más: que haría venir a esta casa mucha gente de diversas partes, por muchos y grandes milagros que ella haría por todas partes del mundo, así por mar  como  por tierra; y me dijo más: que allí, en aquella gran montaña, se haría un gran pueblo».

Oídas estas cosas, los clérigos dudaron pero luego al ver resucitado al mozo, le creyeron. La clerecía deputó ciertos de ellos para que fuesen con el pastor al lugar donde se le apareció Nuestra Señora. Partiendo de Cáceres anduvieron su camino hasta llegar a aquel lugar, donde la santa Virgen María apareció al pastor. Y después que llegaron, comenzaron a cavar en aquel mismo lugar donde el citado pastor les mostró, que se le había aparecido nuestra Señora Santa María. Y ellos, cavando allí, hallaron una cueva a manera de sepulcro, dentro del cual estaba la imagen de Santa María, y una campanilla y una carta con ella; lo sacaron todo de allí, con una piedra donde la imagen estaba sentada. Y todas las piedras que estaban alrededor de la cueva y encima, todas las quebraron las personas que vinieron entonces y se las llevaron por reliquias. Hicieron una choza de piedra seca lo mejor que pudieron. Juntaron algunas piedras a manera de altar poniendo allí la imagen.

Hecho esto, se volvieron los clérigos a Cáceres y contaron a todos que era verdad todo lo que el pastor les dijo. Y quedó el pastor como guardador de la ermita con su mujer e hijos y con muchos de su linaje, por servidores de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe.

 

Fuente: Mapa de Cuentos y Leyendas de Extremadura y el Alentejo. (s. f.). Leyenda de la Virgen de Guadalupe. Recuperado de http://alcazaba.unex.es/~emarnun/docs/caceres/lasvilluer/guadalu3.htm